#AgarraDato

#AgarraDato
#AgarraDato

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El vinculo entre papa y el bebe

Sigue leyendo para ver la opinión personal de un padre respecto al vínculo papá-bebé y por qué es importante.
En algunas ocasiones, durante esos primeros días de emoción después del nacimiento de mi hija, me sorprendí mirándola, como en trance, maravillado por cada cosa que hacía. 

Es claro que iba a pasar un buen tiempo antes de que hiciera algo realmente notable, pero de alguna manera a mí todo me parecía milagroso, desde el olor de su pelo y sus manitas delicadas (con todo y unas uñas increíblemente afiladas), hasta los ruiditos y su suave respiración cuando estaba despierta y la imagen de paz absoluta cuando dormía.

Algunos días después de esto, fui sacado de mi ensueño por una aguda dosis de realidad: Ser padre implicaba mucho más que simplemente contemplar a mi bebé. Si realmente quería tener con ella la clase de relación con la que soñaba, iba a tener que sumergirme y hacer el trabajo sucio... metafóricamente, claro está. Para entonces ya había cambiado muchos pañales. 

El problema era que, no habiendo pasado nunca mucho tiempo con bebés, no tenía la menor idea de qué debía hacer. Como no me gusta mucho pedir ayuda, realmente sólo había una forma de aprender lo que tenía que aprender. Así que cerré los ojos, respiré profundamente, y me lancé de lleno.

En cuestión de minutos tuve una importante epifanía: Como mi pequeña estaba tan perdida como yo, fue increíblemente tolerante. Durante sus primeras semanas de vida cometí docenas de errores inofensivos, pero también descubrí unas cuantas formas sencillas de interactuar con ella que realmente parecía disfrutar.

El primer descubrimiento fue que le encantaba que la cargara. Generalmente prefería mis brazos, pero cuando estos se me entumecían y comenzaba a dolerme la espalda, se quedaba perfectamente tranquila en un canguro frontal. 

También le gustaba mucho que le hablara. Al principio me sentía un poco tonto al respecto, porque ella claramente no tenía idea de lo que yo decía, pero mi voz parecía relajarla. Le contaba cómo había sido mi día, lo que había en las noticias y lo que veíamos cuando estábamos fuera de paseo. 

A veces, si me quedaba callado por algunos segundos, me miraba fijamente con sus ojitos brillantes y podría jurar que pensaba: ""Si, ¿y qué pasó después?""

Un consejo importante: Como la cabeza de los bebés es relativamente grande (1/4 del tamaño de su cuerpo al nacer vs. 1/7 cuando son adultos) y los músculos de su cuello no están bien desarrollados, la cabeza tiende a estar flácida durante los primeros meses. Por eso es muy importante asegurarte de sostenerla desde atrás en todo momento y evitar los movimientos repentinos o muy fuertes.

Otro gran descubrimiento fue que el cambio de pañal era una gran forma de conectarnos. Esto también me daba la oportunidad de frotar su pancita, hacerle cosquillas en las rodillas y besar sus deditos. 

Los primeros días la cambiaba cada dos o tres horas y me volví tan bueno en eso que una vez traté de hacerlo con los ojos cerrados. No fue la idea más brillante que he tenido. Para empezar, la sensación de aire fresco hizo que me mojara, y debí elegir un pañal con menor grado de dificultad (en otras palabras, uno que sólo estuviera mojado). Afortunadamente no cometí ningún error que un baño y algunas cargas de lavadora no pudieran corregir.

Como muchos otros padres, no sabía mucho sobre desarrollo infantil. Y, francamente, me decepcioné un poco cuando descubrí que pasaría mucho, mucho tiempo antes de que mi hija pudiera jugar a cachar la pelota conmigo.

Pero aprendí bastante pronto que había otras formas de jugar con ella. Leí cuentos, jugamos “acá tá“, hice caras graciosas y hasta rodé suavemente por el suelo con ella. Cuando más la estimulaba, verbalmente o haciéndola reír, más le gustaba. Pero su período de atención era más breve que lo que yo pensaba (o deseaba). Cinco minutos, más o menos, era su límite. Después de eso, empezaba a llorar o a estar inquieta, o simplemente me veía como si estuviera completamente aburrida.

Pensando en todo esto a la distancia de algunos años, definitivamente estuve un poco asustado, y no hicimos juntos todo lo que hubiera querido, pero ahora sé que lo que mi hija y yo hicimos juntos cuando era bebé definió en gran parte la relación que tengo hoy con ella.

El vínculo entre papá y el bebé


No hay comentarios:

Publicar un comentario